Las musas saben de bombillas
Artículo publicado en 2015 y revisado en 2023
El unicornio de la motivación explica esto mucho mejor, leedlo.
Tener una idea se relaciona con una bombilla que se enciende. El proceso creativo en general se vincula a momentos aislados en que los más afortunados logran encontrar inspiración. Elipsis por aquí y por allá y resulta que el don de los elegidos conduce a contenidos geniales.
Electricidad básica para creadores
Al igual que hay varios tipos de bombillas, existen varias clases de ideas. Algunas de ellas van de menos a más con el paso de los segundos y la intensidad de unas cuantas hasta se puede regular.
Quizá sabemos lo que queremos escribir (Buah, ¡menuda premisa han ideado mis neuronas!), pero no nos salen nada más que un par de filas de hormigas sobre la hoja. La idea se intuye, es una promesa, una penumbra inicial. Lo más sencillo es declararnos estancados a los pocos minutos y cambiar esa página por algo más instantáneo. "No se me ocurre nada", proclamamos. Y abandonamos hasta que por arte de magia musa aparezca la solución en nuestra mente. Concepto erróneo, pereza o puede ser que tengamos un poco de miedo a escribir.
El trabajo (creativo o no) me da que no funciona así. No todas las luces son inmediatas y sería un error tratarlas como tal. Unas cuantas requieren paciencia, tiempo sin más frente a ese documento en blanco, para que su intensidad lumínica crezca hasta su plenitud. Si se le da la oportunidad a esa bombilla diferente, como una vela o el amanecer, nos permitirá ver claramente el conjunto.