blog logo

Las lagunas lingüísticas y las croquetas

Artículo publicado en 2015 y revisado en 2023

En los ojos humanos y de algunos animales, hay un diminuto punto ciego, pero el individuo no suele ser consciente de él, bien porque el otro globo ocular completa la información o bien porque el cerebro la presupone.

Por su parte, cada idioma ofrece expresiones para determinadas realidades, algunas abarcan más o menos que las de otras lenguas mientras que para ciertos elementos directamente no hay términos propios. En lo relativo al conocimiento que comparten un grupo de personas, también existen estos gaps o blind spots, es decir, todos tenemos nuestras lagunas.

Dibujo de una forma azul oscura sobre fondo azul claro, que podría simbolizar una laguna

Pese a que es inevitable que desconozcamos ciertos datos (o que en muchos textos nos encontremos erratas), podríamos afirmar que hay una serie de palabras que deberíamos saber cuando somos adultos. No obstante, normalmente solo le indicamos a alguien que usa mal un término, si es un niño o si existe la suficiente confianza para que no le importe que identifiquemos sus errores o lagunas lingüísticas.

La profesora croqueta

Recuerdo que una profesora italiana (y de italiano) nos contó que durante bastante tiempo ella utilizó croqueta en el contexto de presumida (coqueta). ¿Cómo tendríamos que actuar en una circunstancia así? En un primer momento, muchos podéis pensar que, de veros en ese caso, no os cortaríais en señalarle qué es lo correcto, ya que está aprendiendo un idioma y no se molestaría. Sin embargo, a ella ningún hispanohablante le dijo nada y tuvo que darse cuenta ella misma de que una oración como «soy bastante croqueta» no expresaba lo que pretendía…

En este sentido, a una amiga española que trabaja en un país francófono tampoco sus conocidos acostumbran a mostrarle cómo mejorar su pronunciación (excepto cuando es estrictamente necesario para entender el mensaje).

Cómo corregir correctamente a los demás

Dejando aparte el estudio de una lengua, ¿qué haríamos si el interlocutor emplea una palabra inexistente, del estilo de *inflingir? ¿Interrumpir la conversación? ¿Es posible comentarlo sin quedar de Ted Mosby sabelotodo? ¿Mejor esperar a ver si en una futura charla sale ese término y que, al emplearlo nosotros o los demás correctamente, el otro repare por sí mismo en el equívoco?

Tiene que haber una diferencia entre mencionar tranquilamente «creo que se dice ascórbico» (*absórbico) y plantearlo con humillante pedantería gramatical. En la intención, las formas, la situación. Y no es lo mismo corregir a un desconocido que a un familiar cercano, con quien hay confianza.

Aceptar nuestras lagunas lingüísticas

A mí me alegra que, hace unos años hablando sobre fallos frecuentes, una compañera de la facultad explicase que zafar (librarse de algo) se escribe y dice con z y no con s inicial, como decimos unos cuantos aunque no haya seseo en nuestra zona. No me había coincidido hasta entonces ver escrito ese vocablo o sí, pero sencillamente no me había percatado de mi error (o no había querido). Yo me enteré de esa inexactitud por una casualidad, la verdad es que no sé cómo me habría sentido de haberme corregido en otra situación, a pesar de que fuera desde el respeto. Supongo que en ese instante uno se siente un poco ridículo, aunque intuyo que lo aprendido para el futuro gana al embarazoso «vaya…» del momento.

En ocasiones la reacción a las lagunas lingüísticas puede ser más enérgica. Por ejemplo, aunque últimamente me había cruzado en bastantes posts en inglés con la palabra caveat, nunca recordaba su significado. La última vez me fijé en la pronunciación y sentí una mezcla de indignación y sorpresa, porque en mi mente no la leía así… ¡Se dice /’kævɪæt/!

¿Cuántas equivocaciones hemos cometido y cometeremos sin que nos hayamos enterado… por ahora?

No quedan más posts por sugerir.