Una década después ya hay muchos links rotos
Artículo publicado en 2023 y revisado en 2023
Estos meses he aprendido un poco de programación, así que decidí cambiar la tecnología con la que funciona este blog. Antes usaba WordPress.org. Coincide que este mayo se cumplen 10 años desde que me empecé a interesar por el ebook y el proceso de publicación de un libro. Al revisar los artículos del blog, la mayoría escritos en 2014-2015, percibí lo siguiente al verificar los enlaces salientes:
- Hace una década la mayoría de los links eran sin la -s de https. Sin embargo, ahora casi todos los sitios tienen SSL.
- Algunas webs cambiaron su dirección, concretamente algo relativo a la estructura web o de carpetas. Por ejemplo, unas cuantas eliminaron sus fechas de la URL, ya no comienzan por “www” o movieron sus impresiones dentro del subdominio “blog”. Generalmente hicieron una redirección automática, por lo que los enlaces no se quebraron ni pierden tráfico. No obstante, ha habido algún caso en que no redireccionaron, de forma que debí buscar manualmente la nueva URL si consideraba que había que seguir enlazando.
- Varios periódicos y revistas hoy reservan su contenido exclusivamente a suscriptores.
- Lo más reseñable son los enlaces rotos por otros motivos que exploro a continuación.
Los hipervínculos que ya no conducen a ningún sitio son promesas vacías o afirmaciones sin respaldo que pierden el tiempo de visitantes y aíslan dos puntos de Internet. Un enlace que funciona puede ser el primer paso de un nuevo interés o más conocimiento.
Por qué tantos vínculos rotos
Nuestros intereses fluctúan, así como nuestras circunstancias cambian, así que es lógico que haya blogs que a los pocos años se dejan de actualizar o desaparecen.
También es entendible que durante el boom de los ebooks hubiera diversas iniciativas por las que se apostó, pero que, al final, por lo que sea, no fructificaron y se quedaron en intentos relativamente breves. Y esto no se refiere solo a una persona o un pequeño grupo decidiendo lanzarse, sino también a grandes editoriales y gigantes empresariales que probaron algo durante un tiempo reducido. Medios sociales incluidos.
Es de agradecer que sí pervivan (por el momento) algunas noticias a su respecto, de modo que las ideas de esa época quedan grabadas en la historia digital. De todos modos, decidí quitar bastantes de estos enlaces y muchas alusiones a tales iniciativas, pues ya no parecían útiles para quien quiere informarse sobre publicar un libro en la actualidad.
Sí encontré preocupante que los hipervínculos de sitios web gubernamentales expiren tan rápidamente por lo menos en España. Para quien desee datos específicos, hay informes de evaluación del Portal de Transparencia con cifras de enlaces rotos a documentos e información. Supongo que a esto no ayuda que unos cuantos organismos dependan de un ministerio diferente cada pocos años. Ahora bien, no afecta únicamente a lo administrativo y legislativo. Un link a TodoFP (relacionado con educación) que había insertado menos de tres años antes ya no apuntaba adonde debería.
Cómo lidiar con los links rotos
Para que de alguna forma se fijen los registros en un momento dado, existen bibliotecas digitales como Internet Archive, que van guardando páginas web por si acaso. La normativa del depósito legal también se está adaptando para cumplir una función similar.
Con los años ya me había vuelto más comedida con los enlaces. Ahora debería serlo más: tendré en cuenta que quizá el vínculo deje de funcionar y, por tanto, a menudo solo mencionaré un nombre de forma genérica para que quien esté interesado busque al respecto. Y, si se enlaza, parece menos probable que la página principal se rompa a diferencia de una más adentrada en la estructura de ese sitio.
Para hacer evidente la posible caducidad de algún contenido, en esta nueva versión del blog se ha añadido una línea al comienzo de cada artículo para indicar el año de publicación y el año de la última revisión. He visto que algún escritor muy activo en su blog sobre publicación incluso añadió una advertencia en este sentido a sus entradas de hace años.
Hace un siglo o más atrás, quienes sabían escribir reflejaban en sus textos lo que vivían o imaginaban. Con la digitalización, estos testimonios son muchísimo más numerosos. No voy a entrar en si deberíamos registrarlo todo meramente por el hecho de que podemos. Sí me vienen a la mente otros dos pensamientos. En primer lugar, la necesidad de concienciar sobre la obsolescencia tecnológica y plantearnos qué queremos guardar y cómo lograrlo, de la manera más estandarizada posible. En segundo lugar, cuando en el pasado la comunicación y globalización eran menores, cuántas cosas habrán sucedido de las que no hemos podido encontrar prueba física o qué visión tan parcial tenemos de ese mundo creyendo que lo que ha llegado hasta nosotros era la verdad completa.
Enlace de interés: