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En el sector editorial, ¿qué significa slush pile?

Artículo publicado en 2015 y revisado en 2023

Libros con diversos orígenes y expectativas, apuntes que nos reclaman, revistas o artículos para cuando tengamos un hueco. Repartidos por más de un hogar, reunidos en baldas y marcadores, esparcidos por cualquier superficie desprevenida. Existen muchos hormigueros de letras por descifrar, to be read (TBR); comentemos el que en el sector editorial decora despachos, resume jornadas laborales y cambia el futuro de unos pocos.

Libros y otros papeles sobre un escritorio que simbolizan lo que significa slush pile

El montón sin leer o slush pile

Decenas de textos llegan cada día a las agencias literarias y editoriales, así que no da tiempo a leerlo todo. Agentes y editores priorizan el material avalado por quienes conocen y las obras por las que ya expresaron su interés. Lo que dejan para otro momento se acumula en algún mueble o en carpetas del correo y del disco duro.

En este montón todavía sin leer, que en inglés denominan slush pile, esperan su oportunidad cartas (pitch or query letters), sinopsis y manuscritos que no se han solicitado. Algunas exposiciones y diseños se juzgan mejorables, el contenido de bastantes no parece peculiar, el género de unas cuantas creaciones no se corresponde con la especialidad de esos profesionales y, entre chasquidos y lamentos, también se descubren maravillas que justifican la existencia de ese castillo documental. La búsqueda de tal tesoro la suele emprender un asistente, un lector contratado para ello o bien un agente o editor cuando tienen tiempo y están motivados.

Frente a estos textos que no se han pedido, hay otros tipos que sí ha requerido el equipo editorial, bien de manera personal o a través de un portal online abierto o privado.

Otros tipos de slush piles

Describe Victoria Strauss que desde el inicio de la web han aparecido manuscript pitch sites or electronic slushpiles donde los escritores lanzan una presentación de su obra con la esperanza de que algún agente entre y se interese, revirtiendo así la dirección habitual. No obstante, en la práctica parece que por ahora pocos agentes visitan estas plataformas; ya tienen bastante con su propia pirámide de lecturas pendientes.

Por otro lado, hay quien considera que el conjunto de libros autopublicados funciona en sí mismo como otra pila en la que agentes y editores pueden hallar alguna joya o simplemente una idea que el público ya ha respaldado y que se muestra buen negocio. En estas situaciones, el autor, que ha asumido el riesgo y responsabilidad al publicar su obra, estimará si para el resto del camino le conviene colaborar con un agente o una editorial.


Los escritores que desean publicar con una editorial habrán, pues, de informarse y trabajar. A lo mejor, incluso así, su texto se pierde en la montaña o se descarta a las tres líneas. Quién sabe. En cualquier caso, tendrá más probabilidades de ser valorado que en el cajón de casa.

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